Hace más de 450 años, cuando algunos españoles decidieron conquistar las tierras del antiguo Perú en busca de honor, aventuras y riquezas, no imaginaron lo que encontrarían al toparse con el Cusco.
Hoy en día su majestuosidad y belleza son admiradas por todo aquel que lo visita. Cada lugar, calles, iglesias, monumentos, van entrelazadas con las costumbres e historias de un pueblo que ha sabido explotar su carisma.
Es por ello que actualmente en la Ciudad Imperial, confluyen los rezagos de una majestuosa cultura y un toque de modernidad. Ejemplos claros de ello son el embellecimiento de San Blas y la construcción del monumento al Inca Pachacútec, que representa la identidad de una cultura a través de la figura de su más notable guerrero, gobernante y estadista, el forjador del imperio del Tahuantinsuyo.
Así, el Cusco, no sólo es grande por los monumentos arqueológicos que alberga, sino también por la riqueza de su tierra y de su gente. No cabe duda de que la atmósfera de esta ciudad es más que especial. Si bien su clima es frío y seco, no escapará a la percepción del visitante el hecho que de la urbe emana un aliento milenario que constituye una agradable invitación a descubrir sus misterios
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